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domingo, diciembre 22, 2024

El Instituto Español de Oceanografía reivindica el papel de la ciencia en la conservación de nuestros mares

El Instituto Español de Oceanografía, fundado en 1914, es una de las instituciones más antiguas del mundo dedicadas en exclusiva a las ciencias marinas. Su fundador, Odón de Buen, formó parte del grupo de científicos que instauraron la oceanografía moderna en Europa a principios del siglo XX.

De Buen, muy adelantado a su tiempo, participó en la constitución de la Comisión Internacional para la Exploración Científica del Mediterráneo, en un acto celebrado en Madrid en 1919 y presidido por el Rey de España y el Príncipe Alberto I de Mónaco. En su discurso avanzaba lo que sería el concepto de desarrollo sostenible en la conservación de los océanos: “El mar es una fuente inagotable de alimentación sana, barata, que incesantemente se renueva; pero hace falta reglamentar sabiamente su explotación y sin la base de los estudios oceanográficos no podrá adelantarse un paso, corriendo el grave riesgo de secar la fuente en vez de aumentar su caudal”.

106 años después el IEO, con una sede central y nueve centros oceanográficos repartidos por todo el litoral español y una plantilla de cerca de 700 personas, continúa con la encomienda de Odón de Buen.

“El IEO es un organismo dedicado a la investigación multidisciplinar del océano, que genera conocimiento científico con un claro enfoque de aplicación a la gestión”, explica Rafael González-Quirós, director del IEO. “La ciencia es imprescindible para la evaluación del estado de los recursos pesqueros, para la declaración de Áreas Marinas Protegidas o para la monitorización constante y a largo plazo del estado y salud de los océanos. Todos los beneficios que nos proveen los océanos solo se pueden mantener si se conservan sanos, lo cual pasa por conocer cómo funcionan y entender cómo se ven afectados por las actividades humanas y establecer medidas de gestión basadas en criterios científicos”, añade González-Quirós.
Los océanos desempeñan un papel fundamental en la regulación del clima del planeta, son una importante fuente de recursos alimenticios y sostienen actividades económicas claves como el turismo, el transporte o la producción de energía. Sin embargo, en la actualidad, existe un continuo deterioro de la salud de sus aguas debido a la contaminación, la acidificación, la sobrepesca o el cambio climático. Por todas estas razones, la Asamblea General decidió que a partir de 2009, las Naciones Unidas designasen el 8 de junio Día Mundial de los Océanos en virtud de su resolución 63/111, de fecha 5 de diciembre de 2008.

“La crisis climática es uno de los mayores retos a los que se tendrá que enfrentar la humanidad en un futuro ya cercano y que requiere una actuación urgente”, explica González-Quirós. “Haciendo una analogía con la crisis de la COVID-19, el problema de la crisis climática es que sus efectos no son percibidos por la sociedad de forma tan dramática y clara. Se trata de una enfermedad que evoluciona lentamente, con síntomas difusos pero permanentes y para la que no será posible encontrar una vacuna. Solo nos servirá la medicina preventiva y adaptar nuestra actividad para minimizar el impacto”, añade el científico.

En esta edición del Día Mundial de los Océanos la ONU ha elegido el tema ‘innovación para un océano sostenible’, lo cual destaca la importancia de la ciencia para lograr los objetivos de desarrollo sostenible en los océanos. “Los océanos ofrecen una oportunidad de innovación y crecimiento que un país como España, siendo parte de una península y dos archipiélagos con una importante diversidad de condiciones oceanográficas y de ecosistemas, no puede desaprovechar”, apunta González-Quirós. “Sin embargo, las dificultades administrativas que atraviesa el IEO, que es la principal institución de investigación marina en España, comprometen nuestro papel como generador de conocimiento para la conservación y gestión de nuestros mares», declara González-Quirós.

A la conmemoración del Día Mundial de los Océanos se suma que el próximo año comenzará el Decenio de las Naciones Unidas de Ciencias del Océano para el Desarrollo Sostenible que, según la ONU, servirá para fortalecer la cooperación internacional para desarrollar la investigación científica y las tecnologías innovadoras que puedan conectar la ciencia oceánica con las necesidades de la sociedad. “La cooperación es una necesidad cada vez más patente, ya que los problemas que nos afectan son globales y más aún en el caso de los océanos donde no hay fronteras claras y todo está interconectado”, explica González-Quirós. “El IEO tiene que desempeñar un papel clave en la participación de España en esa coordinación internacional, no solo de la propia investigación del IEO sino facilitando la coordinación de otros organismos nacionales, ya que el IEO ejerce la representación de España en organismos internacionales relacionados con las ciencias marinas como el Consejo Internacional para la Exploración del Mar o la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, que tiene el mandato de Naciones Unidas para preparar las actividades de la Década”, añade el director del IEO.

El Instituto Español de Oceanografía (IEO), es un organismo público de investigación (OPI), dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, dedicado a la investigación en ciencias del mar, especialmente en lo relacionado con el conocimiento científico de los océanos, la sostenibilidad de los recursos pesqueros y el medio ambiente marino. El IEO representa a España en la mayoría de los foros científicos y tecnológicos internacionales relacionados con el mar y sus recursos. Cuenta con nueve centros oceanográficos costeros, cinco plantas de experimentación de cultivos marinos, 12 estaciones mareográficas, una estación receptora de imágenes de satélites y una flota compuesta por seis buques oceanográficos, entre los que destaca el Ramón Margalef y el Ángeles Alvariño. El Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) y, en particular, el Programa Operativo de I+D+i por y para el Servicio de las Empresas (Fondo Tecnológico), participa en la cofinanciación de los buques Ramón Margalef, Ángeles Alvariño y Francisco de Paula Navarro, así como en el Vehículo de Observación Remota (ROV) Liropus 2000.

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