Si algo tiene impacto hoy en día en el negocio que es la moda son los “fashion icons”, o iconos de moda o estilo. Capaces de influenciar no solo como viste la gente, sino también la moda en sí misma, creando nuevas tendencias o influenciando las ya existentes, y capaces de, en muchos casos, apropiarse de un estilo y que años más tarde se siga recordando por ese nombre, como podría ser el caso de Greta Garbo, Jackie Kennedy o Audrey Hepburn.
En la actualidad, podría parecer que cualquier famosa (o famoso), con éxito en su trabajo y que vista bien (o a quien se vista bien) es un icono de estilo. Sin embargo, si nos paramos a mirar más detalladamente, ser un icono de estilo no es tan fácil como parece y no hay tantos como creemos. Durante bastante tiempo esto pasó desapercibido, hasta hace tan solo unos meses, cuando Vanessa Friedman, crítica sobre moda en el New York Times, escribió un artículo afirmando algo que nunca nadie había dicho antes: Beyoncé no es un icono de estilo. Teniendo en cuenta que Beyoncé es probablemente la mujer con mayor éxito en la actualidad, y que además podríamos decir que se ha convertido en un elemento cultural, en un símbolo que representa a EEUU y, según muchos, más importante que el propio presidente, esto podría parecer una locura. Sin embargo, la argumentación de Friedman hizo que, tras esto, numerosas publicaciones sobre moda se sumaran a esta opinión.
No es que Beyoncé no vista bien, porque lo hace. Solo hay que ver los miles de likes en sus fotos de Instagram (en las cuales muestra tanto sus conjuntos cuando está trabajando como cuando se encuentra de vacaciones), sus apariciones en las alfombras rojas, las cuales acaban siempre en los primeros puestos de las listas de mejor vestidas, o los modelos que vistió en su álbum visual, pertenecientes a muchas firmas diferentes (como Versace, Christian Lacroix, 3.1 Philip Limp, Saint Laurent o Chanel). Sin embargo, es difícil recordar los conjuntos que ha vestido, es difícil destacar algunos particularmente memorables. Sus conjuntos más memorables son más un disfraz que una expresión de su estilo personal. Esto nos lleva a un punto importante: un icono de estilo no se construye simplemente vistiendo bien.
Probablemente el argumento más importante de todos los que expone Friedman es que Beyoncé no ha influenciado o generado miles de tendencias con lo que viste, como hizo, por ejemplo, Madona con las cruces y el encaje. Por otro lado, hay que señalar también que Beyoncé no ha hecho que se agoten los artículos que ha llevado, no ha lanzado las carreras de nuevos diseñadores (algo que sí ha hecho Rihanna). Su estilista no se ha convertido en alguien reconocido en el mundo de la moda (como pasó con la estilista de Lady Gaga), y la firma de ropa que lanzó junto con su madre, House of Dereon, fracasó.
¿Cómo puede ser que Beyoncé, que atrae a millones de personas a sus espectáculos, no influencie como esas personas visten, no atraiga a esas personas a las tiendas que ella frecuenta?
Vanessa Friedman expone una teoría ante esto, y señala que se debe a que la fama de Beyoncé, su personaje público, ha sido construida de forma tan cuidadosa que se ha conseguido que la única marca que tiene poder de verdad es la marca “Beyoncé”. Nos interesa lo que viste Beyoncé porque es Beyoncé, lo que lleva solo es importante porque ella es quien lo viste. El nombre de una firma puede que aparezca asociado a ella tan solo durante un par de días tras un evento importante como la MET Gala, por ejemplo, pero después se olvidará porque quien tiene la importancia es Beyoncé, no lo que ha vestido. Esto, según otros medios especializados en moda, también ocurre con Taylor Swift y Kate Midletton.
Lo cierto es esa argumentación ha dificultado el acceso al título de “icono de la moda” para otras famosas. La moda es un vehículo de expresión importante y, por lo tanto, es un rasgo clave a la hora de configurar la imagen de personajes públicos, sin embargo, en el caso de personas como Beyoncé o Taylor Swift, no es algo definitorio, mientras que para personas como Lady Gaga o Kim Kardashian sí que lo es, necesitan vestir como visten para ser quienes son (algo que es aprovechado al máximo por las marcas de moda).
Esto nos lleva a una pregunta, ¿es necesario generar polémica para ser considerado un icono de estilo? A la hora de la verdad, no nos interesa más un estilismo perfecto, sino la originalidad, o aquel conjunto fuera de lugar e, incluso, aquel conjunto “horrendo”. No se trata de vestir bien, sino de vestir diferente, y al parecer, si genera polémica, mucho mejor.
Nerea Maroto