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domingo, diciembre 22, 2024

Astapa: «Tirar la piedra y esconder la mano».

OPINION. La veracidad de la denuncia, así como el valor y la responsabilidad de los denunciantes, se ponen en duda con las nuevas revelaciones sumariales. A nadie se le escapa que buscar dinero para pagar la luz de una residencia de ancianos, realizar importantes eventos deportivos o culturales para el disfrute de todos, hacer posible el alumbrado navideño para salvaguardar la ilusión de nuestros niños o ser sede de un congreso mundial de noticias que diese a conocer el nombre de Estepona en el mundo, y al que asistieron los Reyes de España, no constituyen crímenes contra la humanidad que deban pagarse con la perpetua. Y a nadie escapa igualmente que quienes consideran el bienestar de su ciudad por encima del personal no deben ser ni corregidos ni castigados, en todo caso más bien lo contrario.  Y mucho más siendo este modo de proceder práctica habitual en casi todos los ayuntamientos españoles y hacerse respetando los procedimientos legales, tal como se contempla en la Ley de Haciendas Locales o en la Ley 49/2002 sobre el patrocinio y el mecenazgo, existiendo además el debido soporte documental y las facturas correspondientes.

Los que aparentemente sacaron a la luz lo que era de dominio público, ya que estos patrocinios se hacían con luz y taquígrafos y ante los medios de comunicación, fueron los malintencionados denunciantes, que hoy casualmente mandan en el consistorio esteponero. Quizá no haya tanta iluminación en las calles en navidad o los ancianos lleguen peor a fin de mes, o los eventos culturales o deportivos brillen por su ausencia, o Estepona sea conocida por no disponer de papel higiénico en los colegios, pero lo que si tenemos es un carril bici que ha levantado la crítica de propios y extraños y en el que se han enterrado muchos miles de euros inútilmente.

Pero lo que llama poderosamente la atención, según revela el nuevo levantamiento del secreto en la Operación Astapa, es la actitud de los denunciantes. Estos llegaron a  pedir al Juez y al Fiscal ser tratados como "testigos protegidos", realizando para ello "numerosas comparecencias en el juzgado". No acudían para aportar pruebas contundentes y claras de lo que habían denunciado, sino para evitar que la gente supiera lo que habían hecho. Pero no por temor a posibles represalias sino más bien por miedo a que el pueblo comprendiera que habían mentido para conseguir ocupar el sillón de la alcaldía. Sillón que por otra parte no hubiesen podido obtener por otros medios.

Esta figura legal del testigo protegido consiste básicamente en no revelar la identidad de quien tiene que testificar contra un delincuente  para proteger su integridad. Pero no está prevista para quien utiliza la justicia para conseguir desbancar a quienes no le quieren incluir en una lista electoral y utiliza los medios de comunicación un día si y otro también para arremeter contra los imputados olvidándose que curiosamente el también está imputado.

Así lo entendieron tanto la Juez como el Fiscal encargados del caso al denegar de plano tan kafkiana petición y acertadamente no vieron riesgo alguno para la integridad de ambos, Sr.Valadez y Sra. Cristina Rodríguez, tal y como el tiempo ha demostrado. Por el contrario lo que esa petición deja claramente al descubierto es que es el miedo el que les atenaza por sus malas acciones y explica las recientes y sorprendentes declaraciones del ahora alcalde Sr. Valadez, a los medios de comunicación, manifestando que la Operación Astapa no se inició por ellos. Cabe preguntarse quien o quienes les prometieron que no les ocurriría nada tras interponer su denuncia y que tipo de protección se les aseguró. Las defensas personadas en esta causa han denunciado hasta la saciedad que la denuncia inicial era falsa en su integridad y que nadie comprobó antes de iniciar este procedimiento si esta tenía alguna base. Quizás ahí se encuentre el origen de esos temores.

Sin duda, el secreto de sumario de este caso que alcanza los tres años y no tiene parangón histórico en este país, ha sido durante estos años el paraguas protector que empieza gota a gota a desvanecerse. Si se difama "algo queda" pero también te llaman difamador. A estas alturas de esta ignominia ya no es posible tirar la piedra y esconder la mano.

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